martes, 14 de enero de 2014

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Libro Socio No Mia Familiar by PSICOLOGIA Y EDUCACION INTEGRAL

ÍNDICE

ÍNDICE


Prologo
Introducción 1
Primera Parte 5
  1. DEL ORIGEN DE LA FAMILIA A LA CRISIS DE LA FAMILIA PATRIARCAL 6
    1. El origen de la familia: breve perspectiva histórica. 6
    2. El desarrollo de la familia en México.. 10
    3. La crisis de la familia patriarcal: situación actual. 15

  1. LA PERSPECTIVA SOCIONÓMICA 29
    1. Fundamentos teóricos de la socionomía 29
    2. Concepto socionómico de grupo. 40

SEGUNDA PARTE: Socionomía Familiar
  1. EL ESTUDIO DE LA FAMILIA DESDE LA SOCIONOMÍA. 62
    1. El grupo social primario. 62
    2. Puntualizaciones socionómicas al estudio de la familia. 78

  1. SOCIOMETRÍA FAMILIAR. . 81
    1. Primer caso: Sociometría de una familia reconstituida. . 81
    2. Segundo caso: La importancia de la familia extendida como red de apoyo a una madre soltera. 90

  1. SOCIODINÁMIA FAMILIAR. 106
    1. Primer Caso: “Estar Juntos” y “Estar aparte” en San José Aztatla. 111
    2. Segundo caso: sociodinamia de una familia extendida y la red de apoyo a una madre soltera. 135
    3. Amanera de conclusión 142

  1. SOCIATRÍA FAMILIAR. 144
    1. El principio del encuentro 144
    2. La estructura interactiva 145
    3. Vivencias comunes conscientes e inconscientes 146
    4. Intercambio de roles 147
    5. Los factores curativos del grupo 147
    6. Psicoterapia de Grupo 155
    7. El Psicodrama y el sociodrama 156
    8. Caso clínico: La familia “S” 156
    9. El tratamiento sociátrico 171
CONSIDERACIONES FINALES. 178

REFERENCIAS. 187

Prólogo

Prólogo
Hace tiempo que conozco a los autores del libro, José Manuel Bezanilla y Ma. Amparo Miranda, por haber coincidido con José Manuel en los asuntos de la dirección de la Revista que dirigen “Revista Internacional PEI: por la Psicologìa y Educaciòn Integral” y en la coordinación de un libro sobre Enfermedad y Familia y me ha llamado la atención la gran experiencia clínica que poseen así como la creatividad que muestran en las diferentes tareas que emprenden. Los autores cuentan con una amplia trayectoria clínica, de investigación y de publicaciones. La presente obra es uno de los productos de ese largo trabajo. La presente obra se justifica por el propósito loable de dar a conocer alternativas interesantes en el estudio de grupos y familias pues abre nuevas perspectivas a la mente de los lectores y profesionales interesados.
Los lectores encuentran en la obra una síntesis bien organizada sobre la teoría de los grupos desde la perspectiva de Moreno por una parte, la socionomía con sus tres ramas de la sociometría, la sociodinámia y la sociatría en sus aspectos preventivo a asistencial y por otra la teoría del interaccionismo de Homans con sus elementos principales de actividades, interacciones y sentimientos dentro de una concepción sistémica que abarca el sistema interno y el externo. La socionomía se enfoca en el estudio de los principios y fenómenos microsociales (grupos pequeños, instituciones y comunidades).
Se realiza una elaboración detallada de la evolución de la familia a través de la historia (Bachofen, Morgan, Engels etc.), en especial el desarrollo de acuerdo a la historia y cultura mexicana remarcando el papel de la familia actual en su crisis y transformación. Se mencionan las dimensiones de la salud psicológica de las familias organizadas en 4 àreas: identidad, cambio, información y estructuración de roles.
Ambos enfoques (Moreno y Homans) se aplican al grupo primario de la familia en relación al diagnostico y al tratamiento de los problemas familiares, con lo que emerge en los lectores una perspectiva novedosa y refrescante. La familia es un grupo aunque especial por lo que muchos de los elementos de un grupo se pueden aplicar también a la familia para la comprensión de su organización y dinámica.
Las aportaciones principales de los autores son desde nuestro punto de vista cuatro: la primera es la vinculación de la teoría de los grupos a la dinámica familiar; la segunda es la propuesta de un esquema para el diagnostico y tratamiento; la tercera consiste en una serie de casos que ejemplifican e ilustran de manea didáctica todos los aspectos anteriores en la que los autores comparten con el lector el trabajo que han realizado exitosamente por años.
Entre los varios casos mencionaremos a guisa de ejemplo dos, una familia reconstituida y la red de apoyo a una madre soltera por parte de la familia extensa y la cuarta como conclusión de lo anterior enfatiza una estrecha unidad entre la teoría y la practica muy atractiva para los profesionales del estudio teórico y practico de los asuntos familiares que deseen incorporar nuevos supuestos y herramientas en el trabajo con la familia por lo que los lectores adquieren una guía accesible para su trabajo con las familias desde la construcción de un diagnostico hasta la elaboración de un plan de acción terapéutico.
Estas cuatro características son la razón por la que las personas deberían de leer este libro, con cuyo análisis adquieren una compresión especial de la familia, de sus temas, papeles, funciones, problemas y soluciones con las herramientas de la teoría de Moreno (sociomatriz, psicograma, sociograma) que por su forma gráfica pueden impactar también a la conciencia de la familia como un todo, de los subgrupos y de los individuos.
Otras características especificas también son de interés como la unificación de los diferentes conceptos en un todo que se aparta de la fragmentación y la profundización en la sociodinamia, que había quedado algo dejada de lado. Se describen algunos conceptos interesantes como la telé, la creatividad, el co-inconsciente interaccional (familiar).
En suma es un libro práctico, de fácil lectura en el que se explican bien tanto la teoría como la aplicación de los conceptos a los casos reales de la vida, con lo que el lector se forma una idea precisa de las posibilidades para un desempeño eficiente en las labores practicas de la profesión clínica. Por último no podemos dejar de mencionar el que la lectura del libro ”Socionomía familiar: una mirada compleja” se disfruta, con lo que el aprendizaje es completo.
México Distrito Federal a 20 de diciembre del 2013
José Antonio Vírseda Heras

Universidad Autónoma del Estado de México

Introducción

Introducción
El presente trabajo representa una primera síntesis de más de diez años de formación e investigación, en los que nos hemos dedicado al conocimiento de distintos tipos y formas de grupos abordándolos desde el sistema de pensamiento propuesto por Jacobo Levy Moreno.
El interés particular de enfocarnos al estudio de los grupos familiares obedece primordialmente a dos razones; la primera es que desde distintas perspectivas, se considera que la familia es el grupo primario por excelencia, siendo ésta la institución fundante de la sociedad; por lo que el abordaje a este grupo particular permitiría al interesado tener una comprensión puntual de aquellas fuerzas que llevan a la formación, desarrollo y disolución del resto de los grupos.
En segundo término, lo que algunos llaman la crisis de la familia, o como más atinadamente podría decirse; la crisis de la familia nuclear patriarcal. Al respecto, un importante número de autores (Kuhn, Morin, Bauman, Gallegos, Buber, Castells, entre otros) han mencionado que en los tiempos actuales del siglo XXI, la sociedad humana se encuentra enfrentando una profunda crisis de sus fundamentos, a lo que el grupo primario de origen no puede ser ajeno.
Con base en lo anterior y dadas las características de la situación, nos parece no solo necesario sino fundamental, proponer una alternativa teórico-metodológica para el estudio e intervención de la familia en general y de distintos tipos y formas de grupos familiares en lo particular.
Para la realización de tal tarea, este trabajo se encuentra organizado en seis capítulos. Si bien dicha separación es necesaria para fines didácticos y analíticos, no es congruente del todo con los principios del pensamiento socionómico, ya que éste es en sí integrativo y complejo.
En el primer capítulo, realizamos un recorrido histórico conceptual sobre los orígenes de la familia; tanto en lo general retomando diversas obras clásicas; como en lo particular en nuestro país, analizando su proceso histórico desde sus orígenes prehispánicos, hasta los tiempos actuales en los que, de acuerdo con Castells, asumimos que la familia se encuentra en una crisis estructural, al verse cuestionadas sus bases de organización patriarcal; esto corroborado a partir del análisis de diversas estadísticas nacionales en las que comparamos los cambios que se han presentado en nuestro país desde el siglo XX.
En el segundo capítulo hacemos una sintética presentación de los conceptos principales que conforman el pensamiento socionómico, pretendiendo que más allá de un ejercicio descriptivo, constituya una actualización de ellos a partir de la inclusión de revisiones tanto de otros autores que han trabajado el tema, como propias, a partir de nuestro trabajo científico y profesional.
Para esta revisión presentamos el concepto de telé, la teoría de roles, el factor espontaneidad-creatividad, el inconsciente individual, co-inconsciente e inconsciente colectivo. Además de los de grupo primario y secundario; una caracterización de la socionomía así como de sus partes, la sociometría, sociodinamia y sociatría.
En este punto termina la primera parte de este trabajo, que fundamentalmente presenta antecedentes y referentes teóricos. La segunda, conformada por los capítulos del tres al seis, sería la parte de desarrollo. En el capítulo tres reaizamos una conceptuación de la familia desde la psicología de los grupos, presentando algunas puntualizaciones socionómicas para el estudio de esta, así como la propuesta de un concepto socionómico de familia.
En el capítulo cuatro y a partir de la presentación de dos casos, desarrollamos la sociometría familiar, para a partir de ahí mostrar cómo es que la familia al ser un grupo social, no es ajena a los principios generales de comportamiento de los grupos, en particular a lo que se refiere a su estructura organizativa con base en la dinámica de roles, las fuerzas de la telé y el motivo para su reunión. Este capítulo nos permitió afinar las técnicas sociométricas para su aplicación a grupos familiares, ya que una particularidad de éstos y que los hace distintos al resto de los grupos, son las estructuras de parentesco, que imponen en sí mismas una disposición determinada al grupo con base en los designios culturales.
En el quinto capítulo, trabajamos sobre el desarrollo de la sociodinamia familiar, en donde a partir de los principios propuestos por Moreno, y enriqueciéndolos con lo planteado por Homans acerca del grupo humano, retomamos uno de los casos presentados en el capítulo anterior, exponiendo un análisis mucho más profundo y comprensivo que el sociométrico, partiendo de la premisa de que mientras la sociometría es netamente descriptiva, la sociodinamia es básicamente comprensiva. Adicionalmente, retomamos un caso antropológico de una comunidad que se encuentra en transición entre una economía agrícola, artesanal e industrial. Lo anterior además de darnos la posibilidad de someter a prueba los conceptos básicos del método sociodinámico, permitió de manera indirecta y como un fenómeno serendípitico, hacer una comparación entre ambos grupos familiares, donde a partir de ubicar sus profundas diferencias estructurales y dinámicas, identificamos que dentro de la dinámica de estos grupos familiares, existen dos conceptos que resultan relevantes para determinar la forma en cómo éstos se organizan; situación que fue reforzada con el caso presentado en el capítulo seis.
En el sexto capítulo, desarrollamos la sociatría familiar, donde a partir de una presentación de los conceptos básicos de esta rama de la socionomía, mostramos un caso de terapeutica familiar, fundamentada desde esta perspectiva. Simultáneamente, sirvió como síntesis de los capítulos anteriores, ya que el diagnóstico lo desarrollamos desde la sociometría y la sociodinamia. De este capítulo se desprende que tanto la terapia de grupos, como el psicodrama, cuentan con las suficientes cualidades para intervenir de manera clínica en un grupo familiar.
A manera de conclusión y con base en las evidencias derivadas de los casos clínicos presentados, mostramos que el sistema de pensamiento socionómico cuenta tanto con los elementos teóricos y técnicos para aplicarse de manera particular a grupos familiares, ya sea con la intención de investigación básica o aplicada, o con el sentido de intervención educativa o clínica.
A manera de advertencia, queremos puntualizar que en congruencia con un posicionamiento comprensivo interpretativo sobre la familia, un investigador no puede abstraerse de tomar una postura ética, moral y política sobre su objeto, por lo que en particular, no guardamos ningún rechazo sobre las nuevas formas que van tomando los grupos familiares, especialmente porque como objeto de estudio, nos parecen fascinantes y demuestran que tanto los grupos como las instituciones son entes vivos, aunque por la lentitud de su movimiento, en ocasiones parezcan estáticos.
Es por lo anterior que, para aproximarse al presente, recomendamos que el lector se prepare abriendo el criterio a las múltiples posibilidades que presenta una investigación de esta naturaleza, con el fin de que pueda penetrar en su sentido primario más allá de los debates éticos o religiosos, ya que éstos trascienden los objetivos de este trabajo.

Como prospectiva de esta investigación, se vislumbran líneas que en primera instancia se dibujan harto ricas para ser seguidas, así como preguntas a distintos niveles a las cuales no hubo tiempo ni era el propósito dar respuesta, entonces este documento, más allá de ser un fin, representa el principio de un largo camino por recorrer.

DEL ORIGEN DE LA FAMILIA A LA CRISIS DE LA FAMILIA PATRIARCAL.

  1. DEL ORIGEN DE LA FAMILIA A LA CRISIS DE LA FAMILIA PATRIARCAL.
En este apartado realizaremos un recorrido sobre los orígenes y transformaciones que ha sufrido la familia tanto de modo general como en nuestro país (México). Partiremos de la revisión de algunos textos que explican los orígenes de la familia como un grupo social y cómo es que éste se va modificando por motivos económicos y políticos hasta tornarse en una organización fundamentalmente patriarcal.
Realizaremos un breve recorrido histórico en torno a la organización y evolución de la familia en México, desde los tiempo prehispánicos hasta la primera década del siglo XXI, a partir del cual podremos observar que tanto a nivel global como nacional comienza a ponerse en tela de juicio la organización familiar patriarcal, el fracaso de los intentos por la nuclearización de la familia mexicana y la necesidad de abrir nuevas líneas de debate e investigación teórico-metodológicas para poder abordar las nuevas realidades de organización familiar, ya que las presentes hasta la fecha no son lo suficientemente potentes ni logran explicar todas las formas existentes.

    1. El origen de la familia: breve perspectiva histórica.
Desde mediados del siglo XIX, tanto en la filosofía (ej. Rousseau, 1762) como en las ciencias sociales (ej. Herder, 1785; Comte,1830) existía el consenso general de que el modelo universal de familia era el nuclear, siendo el matrimonio monogámico el único reconocido.
Con la publicación del texto de Bachofen El derecho materno en 1861, se abre la posibilidad de explorar otras realidades, especialmente con los planteamientos innovadores sobre el origen de la familia, referentes al “heterismo”, considerándolo como un estado de promiscuidad sexual en el que sólo era posible reconocer la filiación materna, dado que en ese entonces resultaba difícil ubicar la paternidad. De ahí que la organización familiar se fundamentara en el “derecho materno”, donde la organización familiar y de los grupos giraba en torno al maternaje, ya que eran ellas las que daban origen a las nuevas generaciones.
Es a partir de lo anterior que se introduce tanto en el pensamiento científico como en el filosófico, la posibilidad de que el desarrollo de la humanidad y los grupos familiares haya sido variado y asincrónico, llegando a considerarlo como una manifestación de la evolución histórica de los grupos culturales y sus instituciones.
Otro de los trabajos relevantes, lo desarrolló Lewis H. Morgan (1971) quien en 1877 y a partir de estudios minuciosos de las tribus iroquesas, muestra con gran claridad las diferencias de denominación de la parentela entre éstos y el sistema angloamericano. A partir de sus investigaciones, plantea una teoría de la evolución de los grupos familiares desde una perspectiva similar a la de Bachofen.
El siguiente punto de evolución de los grupos familiares, lo constituye la familia consanguínea. Ésta marca un punto de avance en la organización grupal, especialmente en lo referente al ejercicio de la sexualidad. El grupo familiar se encontraba organizado en torno a círculos generacionales, lo que significa que las relaciones sexuales y la procreación sólo podía darse entre los miembros de la misma generación, es decir, entre hermanos.
Existía en la familia consanguínea, la promiscuidad sexual y prevalecía la filiación y el derecho matrilineal. Dentro de estos grupos, encontramos tres niveles de parentesco: los abuelos, los padres y los hijos; situación que seguramente marcaba toda una forma de organización de las relaciones, la división del trabajo, los roles y normas, siempre en torno a la supervivencia del grupo familiar.
El tercer estadio en la evolución de los grupos familiares, lo constituye lo que Morgan denominó la familia Punalúa, que presentaba un nivel más elevado de organización, ya que se caracterizaba por los matrimonios grupales. Esta organización garantizaba la supervivencia del grupo familiar, en donde prevalecía el derecho materno y quedaban excluidas las relaciones sexuales entre hermanos, por lo que los matrimonios se daban entre primos o entre personas que eran incorporadas al grupo.
Al respecto, aclaran Morgan y Engels (2006) que el desarrollo de los grupos familiares de ninguna forma fue lineal y consecutivo, sino que seguramente existieron muchas formas de organización grupal-familiar intermedias, pero que muy probablemente desaparecieron por su poca funcionalidad y/o inviabilidad debido al deterioro genético por la no regulación de la sexualidad y la procreación, por lo que las evidencias que les llegaron a ellos (siglo XIX) y que nos transmiten, pertenecen a aquellos grupos que fueron más eficientes y pasaron la prueba del tiempo permitiéndoles dejar huella. Por su parte, Maine (1861) menciona que posterior a la etapa de promiscuidad, los grupos familiares se organizaron con base en la ley del padre, siendo de esta manera que se originó la organización social vigente hasta los tiempos modernos.
El cuarto estadio en la organización del grupo-familiar los constituyen las Gens, siendo dentro de éstas donde se establece la primera restricción formal al ejercicio de la sexualidad, primero entre hermanos y posteriormente, entre cualquier tipo de familiares. Podemos ubicar que es en esta forma de organización donde se presenta la primera institucionalización, al establecer límites claros que diferencian a la familia nuclear del resto del grupo. Dentro de la primera, prevalece el derecho materno, pero a raíz de las restricciones sexuales, comienza a dificultarse el conseguir pareja por lo que comienza a establecerse el robo de mujeres.
Posterior al establecimiento de la Gen, se observa la Familia Sindiásmica. Mencionan que es en este tipo de organización donde se establecen relaciones monogámicas, en la que la infidelidad para los hombres estaba permitida mientras que era duramente penada para las mujeres.
Aquí se ubica el fin del derecho materno y el establecimiento del derecho paterno. Mencionan los autores que este desplazamiento del derecho obedece más a fines económicos que de otro orden. Aclaran que fueron las mujeres quienes lo propiciaron, a partir de la especialización del trabajo con el surgimiento de la agricultura y la ganadería; ya que se consideraba establecido que cada quien era el dueño de sus herramientas y del producto del trabajo de ellas. En consecuencia, mientras las mujeres se quedaban dentro del hogar realizando trabajo doméstico, los hombres acumulaban riqueza a partir de los sobrantes de la producción agrícola y ganadera, por lo que comienzan a plantearse la pregunta “¿quién heredará mi riqueza cuando muera?”.
Como respuesta a esta inquietud, las mujeres ceden su estatus dentro del grupo, pretendiendo garantizar a los hombres la paternidad de sus hijos, para que de alguna manera, fueran éstos los herederos de la riqueza y posesiones del pater. Es aquí cuando comienza el establecimiento de familias nucleares pero, al ser altamente frágiles para la vida autónoma, continúan cohabitando con el grupo extendido de origen, pero con la diferencia de que la cohabitación pasó de la Gen materna a la paterna.
Posteriormente, se establece la Familia Monogámica, donde se obliga la fidelidad de los cónyuges, estableciéndose la indiscutibilidad de la “paternidad” lo que permite la herencia del “patrimonio”. En este tipo de grupo-familia, la mujer se encontraba esclavizada formando parte de la propiedad del “pater”. Mencionan Morgan y Engels que este tipo de grupo-familia era característico del Imperio Romano, siendo aquí donde surge el concepto de “Familia”, derivado de “famulus” que hace referencia a los esclavos que son propiedad del patriarca y cohabitan en la misma casa.
El trabajo de Morgan fue retomado por Federico Engels (2006), quien en 1884, presenta una reelaboración comunista. Lo valioso de esta aportación es la relación que hace del desarrollo de los modos de producción y trabajo con los miembros de la familia, destacando que a menor desarrollo y sofisticación del trabajo, mayor dependencia existirá de los vínculos de consanguinidad. Aclaró que conforme avanzaba la sofisticación de los medios de producción, colocando el valor del trabajo en personas fuera del círculo familiar, comenzó la desaparición de la sociedad antigua, dando origen a la moderna, quedando en el núcleo de ésta el capital y la propiedad sobre la pertenencia y la sangre.
Por su parte, Westermarck (Citado en López 1993) critica fuertemente la poligamia y la promiscuidad, mencionando que el matrimonio monógamo y la familia nuclear son la unidad primera para el desarrollo de la humanidad, es decir que los grandes grupos familiares se conformaban por pequeños grupos nucleares que mantenían redes de interacción y cooperación entre sí. Con respecto a la sexualidad, apoya la hipótesis de Morgan que sostiene que los grupos familiares que tuvieron mejores oportunidades de sobrevivir fueron los que mantuvieron un sistema de relaciones exogámico.
Boas (1964) menciona que el desarrollo de los grupos familiares más que encontrarse ligado al desarrollo de la cultura, lo hace al de la economía, de ahí que las organizaciones al interior de los grupos familiares tuvieran una estrecha relación con las actividades necesarias para la supervivencia, por lo que mantuvieron relaciones de interdependencia con las condiciones del ambiente.
Para los fines de la presente investigación, y sin importar si el desarrollo de los grupos familiares ha obedecido a un evolucionismo, leyes naturales o económico materialistas, nos interesa rescatar que desde los más antiguos orígenes de la humanidad, siempre han existido grupos familiares, ya sean extensos con amplias redes de vínculos parentales, ya sean pequeños y nucleares que se asociaban con otros grupos familiares para sobrevivir; fundamentados en las leyes de la filiación materna o sobre una base patriarcal.
Vale la pena puntualizar que el planteamiento que mejor nos sirve para explicar nuestra postura aunque fuertemente criticado, es el de Morgan retomado por Engels, especialmente en la etapa que se refiere a la familia monogámica, ya que es en este momento cuando se establece el modelo de familia occidental que prevalece hasta nuestros días. Aquí marca Engels que se da el triunfo de la propiedad privada sobre la comunal, así como el cambio del estatus social de la función a la posesión.
Y es en este momento donde se da la transformación de la organización comunitaria a la societal (Alvaro, 2010), ya que en la primera prevalecían las organizaciones con base en el parentesco, lo que propiciaba la conformación de grupos familiares amplios; mientras que la segunda favorece la afirmación individual y la libertad de elección, por lo que propicia organizaciones familiares nucleares más o menos emancipadas del parentesco.

    1. . Desarrollo de la familia en México1.
El apartado anterior habla del desarrollo histórico de la familia en general, mientras que en el presente me enfocaré en presentar un panorama general del proceso de la familia en México, partiendo de la época prehispánica a la primera década del siglo XXI.

    1. El grupo familiar en la época prehispánica
Siguiendo la lógica señalada, podemos observar que en el México Tenochtitlan y los pueblos que estaban bajo el dominio nahua, las organizaciones familiares estaban constituidas a manera de Gens, ya que eran grupos amplios y extensos, que se constituían con base en los vínculos de parentesco. Carrasco (1993 citado en Esteinou, 2008 y Carrasco, 1982) menciona que los hogares en el centro del país se encontraban conformados por un promedio de entre 6 y 8 personas con un porcentaje de entre 43 y 61 porciento de hogares conjuntos.
Estos hogares se encontraban organizados en torno a la figura del padre generalmente, ya que como lo demuestra Kellog (2005), el sistema de parentesco era bilineal, prefiriendo la patrilocalidad. En general, era posible encontrar que dos o más de los hijos habitaban en la misma localidad, y la familia funcionaba como una comunidad en su conjunto, ya fuese para la producción y/o para el consumo, ya que los hijos jóvenes recién casados se mantenían bajo la tutela del pater y no era sino hasta que demostraban su capacidad y valía para la comunidad que le eran asignadas tierras para su cultivo personal, pero siempre se encontraban circunscritas a las pertenecientes al grupo familiar, por lo que siempre se mantenían relaciones estrechas con la casa de origen y con las de otros parientes.
Dado que el ambiente en que se encontraban estos grupos familiares era duro y con fuertes demandas para la supervivencia, las relaciones entre los miembros del grupo familiar se enfocaban a fomentar y mantener la cohesión interna (López Austin, 1982 en Esteinou 2008), por lo que la sumisión u obediencia al jefe de familia era total; se encontraban perfectamente claras y definidas las normas, derechos y obligaciones. Esto se manifestaba especialmente en tono a un fuerte control moral sobre la sexualidad de los individuos, de ahí que se daba una importancia preponderante a la endogamia siempre con base en el arreglo de los padres mediado por una casamentera.
Los roles se organizaban claramente por sexo y edad, siempre bajo la autoridad de los jefes de la casa, por lo que no había espacio para que los jóvenes tomaran libres decisiones ya que éstas debían estar sometidas a los intereses y necesidades del grupo familiar y su comunidad circundante.
Otro elemento importante es el que se refiere a la responsabilidad en la crianza de los niños, porque como lo menciona Kellog (2005), ésta se encontraba a cargo del grupo familiar y de parentesco, ya que eran ellos los encargados de inculcar los valores culturales y morales a los infantes, por lo que las primeras experiencias de vida de los niños se encontraban circunscritas a un contexto grupal. La socialización era un asunto de todo el grupo familiar y la comunidad.
Con base en lo anterior, podemos mencionar que en la época prehispánica, las familias poseían una organización de grupos extensos que generalmente compartían la residencia y que mantenían fuertes vínculos de comunicación y cercanía con el resto de los grupos de parientes. De ahí que la vida familiar no era del orden de lo privado, sino que pertenecía a la lógica comunitaria, con una estructura de normas altamente rígida teniendo a la figura del jefe de familia como su representante y una dinámica de roles perfectamente definida.

      1. Crisis y ruptura: los grupos familiares con la conquista
La conquista se caracterizó por ser una época de desestructuración (Esteinou 2008) para los grupos familiares en Nueva España, y a pesar de las fuertes presiones a las que se vio sometida la familia indígena, ésta resistió y mostró signos de una importante capacidad de adaptación.
Menciona Esteinou que durante la conquista, se dio una significativa disminución del tamaño de los grupos familiares indígenas. Esto lo atribuye al marcado despoblamiento que se dio por dos fuertes epidemias durante el siglo XVI y que arrasaron con el noventa por ciento de la población indígena, así como por las importantes migraciones a partir del esclavismo asociado a los latifundios creados por los conquistadores, lo que trajo como resultado la fragmentación de los hogares y un debilitamiento de las estructuras y normas que mantenían la cohesión y arraigo a la tierra que estaba presente en la familia prehispánica.

1.2.3 Orígenes distintos estructuras similares: la familia durante la colonia
Durante el periodo de la colonia (siglos XVI a XIX), se observó una importante disminución del tamaño de los grupos familiares (de 8 a 4 o 5 integrantes en promedio) indígenas, así como una creciente presencia de aquellos de otros tipos, como los de los peninsulares, criollos, mestizos y negros (Kellog, 2005 y Esteinou 2008).
Aunque el número de las familias indígenas se vio reducido, mantenían una lógica de organización y funcionamiento colectivo, siendo que incluso fue posible la observación del surgimiento de grupos de residencia multifamiliares, o lo que hoy se conoce como vecindades, en las que podían confluir pequeñas familias nucleares en un mismo predio, a la usanza de los tiempos anteriores. Dicha lógica comunitaria se presentó en los grupos familiares de las distintas etnias, así era posible observar que tanto las familias peninsulares como las mestizas y las negras, se organizaban en grupos extensos y complejos, en los que prevalecía aún un fuerte control de la parentela y la comunidad (aunque los códigos que seguían cada uno de los grupos familiares eran distintos).
Una de las características que se desarrollan en la época novohispana es el del familismo; esto gracias a las fuertes influencias y trabajo de la iglesia católica en el nuevo mundo para salvar las almas de los “sin razón” (Esteinou, 2008), que se manifestaba a través del fomento de la libre elección del cónyuge, sin dejar de lado del todo la influencia de los padres en el arreglo matrimonial, o como lo menciona Engels, se estaban sentando las bases del amor romántico burgués en la forma, fundamentado en los preceptos del Concilio de Trento y las Siete Partidas, pero sin dejar de lado los arreglos económicos que preveían las leyes españolas, mientras que en el fondo mantenía una estructura de relaciones de familia monogámica, totalmente patriarcal en la que tanto los hijos como la esposa se sometían e incluso pertenecían al padre, al grado de que la ley preveía que un hombre tenía el derecho de disciplinar a su mujer (y no se diga a los hijos) si lo consideraba conveniente, pudiendo privarla de la vida, siempre que hubiera vecinos que lo atestiguaran.
Las tendencias antes descritas se mantuvieron durante toda la época colonial y hasta la primera mitad del siglo XIX, siendo en este momento a partir de la guerra de reforma y el establecimiento de la constitución republicana, la instauración civil del contrato matrimonial partiendo de la elección personal y el establecimiento de la escuela como espacio para la educación de los hijos que se dieron las condiciones para la transformación de la lógica comunitaria a la societal dentro de los grupos familiares, dando paso a una separación nítida de los pequeños grupos nucleares, propiciando la íntima domesticidad (Esteinou 2008), abriendo el camino al “amor romántico”, al cuidado esmerado de la niñez, y a la conformación del grupo familiar como un espacio afectivo más que de trabajo y económico.
En estos tiempos, aunque el Estado se construía como laico, los grupos familiares obedecían a una lógica católica biologisista (Idem.) sobre las diferencias de género, de ahí que la organización patriarcal de épocas anteriores, continuara presente, por lo que los roles y las funciones se encontraban clara y rígidamente definidos. Así que los hombres construyeron un rol público y de proveedores, mientras que las mujeres enfocaron sus esfuerzos en roles privados y domésticos, orientados al maternaje y cuidado del marido.

      1. La familia mexicana, modernidad y transición: 1900-1970
El siglo XX recibe a los grupos familiares mexicanos con fuertes contradicciones y divisiones, ya que en las zonas rurales, se conservaban costumbres coloniales, con base en un rígido patriarcado donde los padres en primera instancia y posteriormente la comunidad, tenían injerencia en la elección de la pareja y la celebración de los matrimonios y se tenía un respeto importante por los vínculos de parentesco.
Menciona Esteinou (2008) que además de las características mencionadas arriba, en las regiones urbanas, se establecen patrones de relación modernos, que posibilitan el establecimiento de grupos familiares pequeños y con ciertas características de nuclearización, pero que a pesar del establecimiento de estilos de vida nuevos y una importante individualización de las personas, durante este periodo se mantuvo una organización con base en los vínculos de parentesco. De ahí que prevalecieran fuertes tendencias familistas de lealtad y cohesión con una preponderancia del padre, pero con límites sobre las elecciones individuales.

      1. Grupos Familiares hacia el nuevo siglo de 1970 al 2000
En estos tiempos y a partir de las transformaciones que se han dado dentro de la sociedad mexicana, Esteinou (Op cit.) menciona que los patrones de relación y estructuración de los grupos familiares sufrieron transformaciones importantes, especialmente y de manera mucho más clara el tipo de relaciones que se mantienen al interior del grupo familiar, ya que aunque sigue presentándose una dinámica patriarcal, existe la presencia de equidad en cuanto a las tareas y obligaciones acompañada de expresividad emocional y afectiva entre la pareja y los hijos, por lo que las diferencias de género –menciona la autora- no son una mera repetición de los patrones anteriores, ya que a partir de los nuevos contextos, las desigualdades son asimétricas y corresponden a arreglos específicos al interior de cada grupo familiar.
Dentro de este contexto, se presentan dos tipos de organización al interior de los grupos familiares: el primero, se refiere a mujeres que se han mantenido fuera del ambiente laboral, y han preferido dedicarse a las labores domésticas por elección, situación que marca un distanciamiento importante de los patrones más tradicionales, ya que a partir de esta “elección”, es que la mujer se posiciona de manera distinta en este rol, teniendo mucha más libertad en cuanto a sus decisiones en lo referente a la crianza de los hijos, su rol como madre y el ejercicio de su sexualidad.
Mientras que el segundo, se ubica con mujeres trabajadoras, lo que no necesariamente corresponde a una “elección” más que a una “necesidad”, en la que deben “resignarse” a salir de su casa y en el caso de que no alcancen los recursos, obteniendo el “permiso” de sus parejas, con mayores niveles de escolaridad a los que podían alcanzar anteriormente y similares o superiores a los de sus parejas y que se encuentran con amplios márgenes de negociación en cuanto a la organización del trabajo, la manutención económica y el ejercicio de la sexualidad, lo que ha propiciado una mayor flexibilidad en los roles, creando la necesidad del ejercicio de roles funcionales más que sociales. Este tipo de relaciones se han vuelto más complejas y conflictivas, ya que se encuentran más abiertas a la racionalidad y el escrutinio, por lo que se encuentran mucho más expuestas a la redefinición, conflicto y ruptura.
Los puntos anteriores generan que los grupos familiares de los albores del siglo XXI, presenten dinámicas y formas de organización sumamente flexibles y líquidas (Bauman, 2002) , de ahí que los patrones de referencia y conceptuales clásicos no tengan suficiente potencia explicativa, por lo que se considera necesario el desarrollo de nuevos conceptos y miradas teóricas que permitan una explicación y contextualización de estos grupo en las condiciones dadas, especialmente porque a pesar de las características de la época, se observa que las redes de parentesco siguen jugando un importante papel en la organización de los grupos familiares, que rebasan los núcleos residenciales y cohabitacionales, ya sea para el intercambio de bienes y socialización, o para la compartición de ayuda y sobrevivencia ante situaciones de marginación y pobreza.

    1. . La crisis de la familia patriarcal: situación actual.
Manuel Castells desarrolló un trabajo a finales del siglo XX (1995) que llamó “La era de la información: el poder de la identidad” en el que en su segundo volumen presenta un análisis sociológico de las condiciones que se articularon durante todo el siglo para propiciar la crisis del patriarcado, así como sus posibles consecuencias en la conformación de la personalidad individual, de ahí que en adelante nos basaremos en este trabajo para presentar un análisis de la situación presente de la familia mexicana, recurriendo a la actualización de las estadísticas presentadas por el autor (siempre que estén disponibles).
Menciona Castells que no es casual que desde los años 50´s y hasta la fecha, se haya presentado un significativo deterioro de las estructuras familiares como las hemos conocido. En la primera parte del presente, comprendimos que las estructuras familiares actuales son más bien productos artificiales de la organización económica en la que las personas han vivido para subsistir.
Actualmente, se observan una serie de fuerzas y condiciones que han posibilitado el recrudecimiento de la crisis patriarcal que Engels previó, pero como ya mencionamos, estas condiciones se encuentran muy alejadas de lo por él anhelado, ya que Castells menciona que esto se debe fundamentalmente a los procesos de ascenso de la economía informacional global, los cambios tecnológicos en la reproducción humana y el fuerte empuje de los movimientos feministas.
Menciona que en los últimos años del siglo XX –y la primera década del XXI-, se ha observado una profunda y abierta rebelión de la mujer contra la opresión masculina, además del impacto que ha tenido en las instituciones sociales, lo fundamental es el cambio de consciencia de esta, donde en un amplio número de países (primero los industrializados pero cada vez más en los emergentes), las mujeres se asumen en igualdad de circunstancias y derechos a los hombres, especialmente en lo tocante al control sobre sus cuerpos y sus vidas, situación que definitivamente colapsa la estructura patriarcal de la sociedad actual. Esto es muy palpable en el incremento de las posibilidades de educación de la mujer2, al tiempo que es necesaria la emisión de leyes que la protejan3 contra la violencia masculina, producto de la ira de los hombres debido a la profunda herida generada por la pérdida de poder. En relación con esto y solo como un ejemplo, observamos un incremento en el número de sesiones psicoterapéuticas a víctimas de ataque sexual y sus familiares (4,559 en 1990 contra 8;735 en 1994)4 en los centros de atención especializada de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. También se vio un incremento en número de personas usuarias de interservicios en los Centros de Atención a la Violencia Intrafamiliar (CAVI) de la misma institución, donde en 1991 se recibió a 19,953 personas, mientras que en 1994 fueron 26.0325 donde la mayoría fueron mujeres y niños.
Pero ¿cuáles son los elementos que muestran la crisis de la familia patriarcal? Uno de los principales es la disolución de hogares con parejas casadas, donde es posible percibir el debilitamiento de modelo de familia heredado, que se basaba el compromiso de largo plazo de sus miembros. Ello que ha generado que con mayor frecuencia se conformen hogares monoparentales y unipersonales, que por lo general se encuentran encabezados por mujeres, lo que pone de facto fin a la autoridad de pater aun cuando esta estructura se reproduzca en el nuevo hogar6. En segundo lugar, se ha observado la agudización de la incompatibilidad entre matrimonio, trabajo y vida, por lo que se han presentado importantes retrasos en la edad de las personas que deciden convivir sin casarse.
En tercer lugar, se ha documentado una variedad creciente de estructuras de hogares diluyéndose del modelo ideal de la familia nuclear burguesa; mientras que en cuarto lugar –menciona Castells- se han apreciado importantes modificaciones en los patrones de remplazo generacional, especialmente debido a las fuertes condiciones de inestabilidad familiar, y al control tomado por las mujeres sobre su maternidad y la determinación de sus vidas.
Con base en lo anterior, resulta fundamental explorar la situación de la familia mexicana en la actualidad, de ahí que nos sumergiremos en distintas estadísticas “oficiales” del INEGI7 cuando estén disponibles, y cuando no, acudiremos a referencias latinoamericanas para contar con un parámetro de comparación.
El eje fundamental de la familia, o por lo menos lo que se ha supuesto, es el matrimonio, y este ha venido a la baja, como podemos observar en la figura 1, donde se muestra que durante 1990 se tuvieron en el país cerca de 642 mil matrimonios, contra alrededor de 595 mil en 2007. Esto es un claro indicador (mismo que resulta más significativo tomando en cuenta el incremento de la población en ese lapso) de que las personas tienen un menor interés por casarse, o por lo menos, de legalizar su unión.
Figura 1: Estadísticas de matrimonios y divorcios en México entre 1990 y 2007
Fuente: 1990 a 2007: INEGI. Estadísticas Vitales. Bases de datos.
Figura 2: Relación de matrimonios y divorcios en México entre 1990 y 2009 (por cada 100 matrimonios)
Otros datos mencionados por el INEGI (Figura 2), muestran que desde 1990 se ha detectado un incremento en la tasa de divorcios por cada 100 matrimonios, siendo en 1990 de 7.2 por cada 100 matrimonios, disminuyendo a 4.9 en 1993 e incrementándose a 15.1 en el año 2009.
Por otro lado refiere el INEGI que “Desde hace algunos años se advierte un aumento paulatino de las separaciones (legales o no) así como de las uniones consensuales: en 2010, 5.6% de la población de 15 años y más declaró estar divorciada o separada, proporción que supera los tres puntos porcentuales respecto a 1990; un comportamiento similar se da en la población que se une en forma consensual, en 2010 la proporción supera los siete puntos porcentuales respecto a la observada veinte años antes. Estos eventos se dan en forma diferencial según la edad de la población, entre los que se unen consensualmente son los jóvenes los que muestran un mayor aumentó: entre 1990 y 2010 su proporción pasó de 7.8 a 17.4 por ciento; en tanto que la población de 30 a 59 años muestra un mayor incremento entre los que se separan y divorcian al pasar en el mismo periodo de 3.2 a 7.9 por ciento.” (Censo de Población y Vivienda 2010).
Lo anterior refleja cómo es que se han incrementado las separaciones, disminuido la edad de estas, además del incremento de las uniones fuera del acuerdo matrimonial de aquellos con menos edad, y el cuestionamiento de la institución matrimonial de aquellos con más edad; reforzándose la hipótesis de que las estructuras familiares fundamentadas en el patriarcado se encuentran en una importante crisis.
Tabla 1: Promedio de edad de 1er matrimonio en México entre 2004 y 2008
Entidad federativa
2004
2005
2006
2007
2008
Hombres
Mujeres
Hombres
Mujeres
Hombres
Mujeres
Hombres
Mujeres
Hombres
Mujeres
Estados Unidos Mexicanos
27.5
24.7
27.8
25.0
27.8
25.0
28.1
25.3
28.4
25.5

Pero esto no es todo, ya que si revisamos las edades de primer matrimonio, encontraremos un incremento de las personas que deciden casarse por primera vez (Tabla 1), ya que en el 2004 el promedio de edad era de 27.5 años para los hombres, mientras que para las mujeres era de 24.7, en tanto que en el 2008 fue de 28.4 años para los hombres y 25.5 para las mujeres.

Tabla 2: Distribución porcentual de la población por estado conyugal 1950 a 2010
Estado conyugal
1950
1960
1970
1990
2000
2010
Población de 12 y más años
15 057 867
22 042 801
29 697 303
55 913 847
69 235 053
84927468
Solteros
29.2
38.6
40.4
40.9
37.2
35.2
Casados
50.1
46.0
45.4
46.1
44.6
40.5
Unidos
12.5
8.6
8.2
7.4
10.3
14.4
Separados
1.4
1.2
2.6
3.7
 Divorciados
0.5
0.6
0.4
0.7
1.0
1.5
NOTA:
El total de población incluye a la que no especificó su estado conyugal; el Censo de 1970 no presenta el concepto No especificado. Para 1950 las cifras se refieren a hombres de 16 y más años y mujeres de 14 y más años; para 1960 a 2000 a hombres y mujeres de 12 y más años. Cifras correspondientes a las siguientes fechas censales: 6 de junio (1950); 8 de junio (1960); 28 de enero (1970); 12 de marzo (1990); 14 de febrero (2000) y el Censo Nacional de 2010.
ND
No disponible.
FUENTE: 
INEGI. Censos de Población y Vivienda, 1950 - 1970, 1990, 2000 y 2010.
Otro dato que vale la pena considerar es la disminución de mujeres que se casan en nuestro país entre los 15 y 19 años, ya que en 1950 era alrededor del 51% de éstas; para el 2007, el porcentaje disminuyó hasta el 25%, siendo que en este último caso, la escolaridad promedio al contraer matrimonio era de secundaria y el 41% trabajaban.
En un análisis del estado civil de la población mexicana con 12 años o más (Tabla 2.), entre 1950 y el año 2010, encontramos que en general el porcentaje de personas solteras se incrementó de manera importante, aunque disminuye en el año 2000 (37.2) en comparación con los datos de 1970 (40.4) y 1990 (40.9), disminuyendo en el 2010 (35.2), disminuyendo consistente y significativamente el de personas casadas (50.1 en 1950, 44.6 en el 2000 y 40.5 en 2010); además del significativo incremento de las personas “unidas” sin casarse (12.5 en 1950 y 14.4 en el 2010), además de los relevante en cuanto a peso poblacional de aquellos separados (2.6 en el 2000 y 3.7 en el 2010) y divorciados (0.5 en 1950, 1.0 en el 2000 y 1.5 en 2010); situación que demuestran cambios importantes en forma en que se establecen las relaciones fundantes de las familias, además del evidente desgaste de la figura del “matrimonio”; al menos como esta concebido desde el discurso patriarcal.
Otro de los puntos que ya mencioné y que Castells marca como indicativos y causales del desmoronamiento de la estructura patriarcal a nivel global, es el que se refiere al control sobre su cuerpo y natalidad que han adquirido y ejercido las mujeres, lo que les ha permitido incrementar el nivel de escolaridad y optar por el ingreso al campo laboral, convirtiéndose en un núcleo importante de generación y posesión de riqueza, posibilitándoles establecer condiciones de negociación y cuestionar el orden establecido.
Tabla 3. Promedio de hijos nacidos vivos de las mujeres por grupo de edad entre 1970 y 2005
Grupos de edad
1970 a
1990
2000 b
2005 c
2010
20 a 24 años
1.4
1.0
0.8
0.8
0.8
25 a 29 años
3.1
2.1
1.7
1.5
1.5
30 a 34 años
4.6
3.1
2.5
2.2
2.1
35 a 39 años
5.7
4.1
3.2
2.8
2.5
40 a 44 años
6.3
4.9
3.8
3.3
2.9
45 a 49 años
6.3
5.6
4.4
3.7
2.3

FUENTE: INEGI. Censos de Población y Vivienda, 1970, 1990, 2000 y 2010
INEGI. II Conteo de Población y Vivienda 2005.

En México, se ha venido presentando un incremento en el conocimiento (89% en 1976 al 96.6% en 1997 y 98% en 2009)8 y uso (1976 el 30.2% contra el 68.4% en 1997) de métodos anticonceptivos en las mujeres mexicanas. Aunado a esto, se ha observado que la tasa de fecundidad femenina ha disminuido (de 5.7 en 1976 a 2.1 en 2010)9, otro dato que complementa lo anterior, es el que se refiere al promedio de hijos nacidos vivos por rango de edad, donde si hacemos un análisis longitudinal (tabla 3.) de los grupos de edad entre 20 y 49 años que entre 1970 y el 2010 el promedio ha disminuido significativamente, como por ejemplo en las mujeres entre 20 y 24 años de 1.4 en 1970 a 0.8 en el 2005 y 2010; vale la pena resaltar que la disminución más marcada se observa en los grupos de edad de entre 30 a 34 años (de 4.6 en 1970 a 2.1 en 2010), de 35 a 39 años (de 5.7 a 2.5), de 40 a 44 años (6.3 a 2.9) o de 6.3 a 2.3 entre las que tienen de 40 a 49 años.
Otro indicador que podemos considerar para explorar la situación de la familia patriarcal es el que se refiere a los cambios que se han presentado en la composición de los hogares, ya que entre los años 2000 a 2005, se ha observa un incremento en el porcentaje de hogares con jefatura femenina, de entre el 20.6 al 23.1%, mientras que los hogares con jefatura masculina disminuyen del 79.4 al 76.9 respectivamente10.
Un elemento que vale la pena observar y que ha modificado la situación de la mujer especialmente en el ámbito socioeconómico, se refiere a las posibilidades y situaciones educativas, donde es factible ubicar que los porcentajes de ingreso de mujeres a la educación se ha incrementado entre los ciclos 1996/1997 y 2006/2007, siendo que había una absorción de primaria a secundaria del 84.3 en el primer ciclo, contra el 94.5 en el segundo, mientras que la absorción de la secundaria a la educación media superior para las mujeres se ha incrementado del 75.9 al 83.2. Esto refleja el elevado interés de las mujeres en incrementar su nivel educativo, lo que les posibilita acceder a mejores condiciones de vida, y tener la capacidad de obtener mejores trabajos y acceso a la educación superior, lo que se ve reflejado en el incremento (del 47.1 al 49%) de las mujeres que cursaron posgrado entre 2005 y 200711.
Al incrementarse las posibilidades educativas, también se abren espacios y oportunidades laborales, de ahí que la tasa de ocupación femenina (tabla 4) se incrementó entre 1995 (32.29%) y 2010 (37.73%). Si observamos la distribución por actividad, el incremento ocupacional más importante se ha dado entre las empleadoras (10.06% contra 19.11%), las que trabajan por cuenta propia (28.5% contra 38.46%) y las asalariadas (34.37% contra 38.54%). Los datos anteriores muestran que las mujeres han salido de casa a emprender y a asumir un papel activo en la generación de recursos y fuentes de empleo, acciones que generalmente se reservaban para los hombres y que implican un empowerment sobre las condiciones y dirección de la vida.
Tabla 4. Porcentaje de mujeres ocupadas por actividad, comparativo entre 1995 y 2010
Rama de actividad
1995
2000
2005
2010
Total
32.29
34.25
36.62
37.73
Empleadores
10.6
15.58
16
19.11
Cuenta propia
28.5
30.46
35
38.46
Asalariados
34.37
35.58
37.42
38.54
A destajo
18.82
26.15
29.88
20.76
No remunerados
46.74
51.65
53.55
52.67
FUENTE: INEGI, Sistema para la consulta de indicadores estratégicos InfoLaboral, 1995 INEGI, Sistema para la consulta de indicadores estratégicos InfoLaboral, 2000 INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2005. Segundo trimestre. INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2006. Segundo trimestre. INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2007. Segundo trimestre. INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2008. Segundo trimestre. INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2009. Segundo trimestre. INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2010. Segundo trimestre. Consulta interactiva de datos.

Otro aspecto que habla del deterioro de las estructuras de patriarcado, lo muestran los movimientos feministas, que en general pretenden de manera explícita la emancipación de la mujer contra la dominación masculina, situación que en sí misma cuestiona estas estructuras pero que en muchos casos al ser llevadas al extremo, han replicado el modelo de dominación, perpetuándolo en lugar de derrumbarlo. Mansbridge (1995) menciona que el movimiento es el compromiso para terminar con la dominación masculina, a partir de la re-definición de la identidad femenina (Castells 2001), siguiendo distintos caminos como la afirmación de la igualdad entre los géneros, reforzando la especificidad de cada uno o en su extremos más radical, declarando la total ruptura con el estilo de vida masculino para “recrear la vida y la sexualidad en hermandad femenina” (Idem. p201).
Menciona Castells que la esencia fundamental de los movimientos feministas es la renegación contra la identidad alienada de la mujer, cómo se ha venido definiendo por los hombres y se ha sostenido a partir de las estructuras familiares patriarcales.
Aclara que uno de los elementos más importantes para la amplia difusión y fuerza del movimiento a nivel global, ha sido su diversidad, flexibilidad y capacidad de adaptación a las peculiaridades culturales y de la época.
El feminismo en México, aunque ha tenido un desarrollo paralelo al del resto del mundo, presenta sus particularidades. Cano (2010) hace una reconstrucción histórica del movimiento que data desde el siglo XIX.
Menciona que el concepto comenzó a utilizarse a finales del siglo antepasado, y que para los primeros años del siglo XX, ya era de uso común en los distintos medios de Ciudad de México. Menciona que en estos años el discurso se centraba principalmente en la reivindicación de la igualdad entre los sexos. Las ideas del movimiento comenzaron a expresarse en revistas y periódicos antes de popularizarse entre la población femenina: El álbum de la mujer. Periódico literario redactado por señoras (1883-1893), Las violetas de Anáhuac (1887-1889), La mujer mexicana (1903-1905); se expresaron las primeras mujeres profesionales; La sociedad Protectora de la Mujer (1905) formada por colaboradoras de la revista.
Durante la primera década del siglo XX, la oposición al régimen porfirista propició la incorporación de la mujer al movimiento político, siendo el movimiento constitucionalista el único que sostenía una mirada más o menos equitativa con los derechos de género, aunque el congreso constituyente (1916-1917) negó el derecho de sufragio a la mujer.
Un ícono muy importante del movimiento feminista de principios del siglo pasado, lo constituyó Salvador Alvarado, Gobernador del Estado de Yucatán (1915-1918), quien se interesó por el movimiento feminista en tanto le sirviera para combatir el fuerte arraigo de la iglesia católica en la población del estado.
Pugnó por la educación laica de la mujer, que se generaran fuentes de empleo que permitieran el cumplimiento de las actividades domésticas pero que les permitieran tener ingresos propios; no obstante, sin permitir la participación femenina en las esferas sociales y políticas.
Durante 1916, se llevaron a cabo en Yucatán dos congresos feministas, donde se trataron temas relacionados con el derecho a la educación y el trabajo de la mujer, sentando las bases para el surgimiento del Consejo Feminista Mexicano (1921-1922). Siendo que en el año 1922 se celebra en México el “Primer congreso Feminista Panamericano” y en 1925 el “Congreso de Mujeres de la Raza” ambos marcados fuertemente por las diferencias de pensamiento político de las participantes, pero sirviendo como un importante foro político y social para la difusión del movimiento.
Durante la década de los 30, el movimiento se enfocó en la lucha por la igualdad de obreras y campesinas, desarrollándose tres congresos (1931, 1933 y 1934) en los que se sentaron las bases organizativas e ideológicas del movimiento.
Fue en 1935 cuando se funda el Frente Único Pro-Derechos de la Mujer (FUPDM), propugnando principalmente por el reconocimiento de las diferencias de género, y el no segregarismo a causa de la maternidad. A partir de 1937, enfocó sus baterías en torno al reconocimiento de la ciudadanía expresada a través del voto, lográndose esto en el nivel municipal en 1947 y en el estatal y federal en 1953, mediante la reforma del artículo 34 constitucional.
Para años posteriores, el movimiento cayó en una especie de letargo o estancamiento, y no es sino hasta los años 70 que el movimiento cobra fuerza a partir de la influencia de los movimientos de liberación femenina norteamericanos.
Es en este punto que se marca el surgimiento de un Neo-Feminismo. Lau-Jaiven (2006) divide su desarrollo en tres grandes etapas: de 1970 a 1982, en la década de los 80 y en la década de los 90.
La primera según la autora, se vio altamente influida por los movimientos feministas norteamericanos, y se caracterizó por la conformación de una consciencia ciudadana, viéndose esto reforzado por factores como el importante ingreso al campo laboral, el incremento en los niveles educativos y las distintas transformaciones jurídicas, mismos que hemos mencionado anteriormente.
Una peculiaridad de esta etapa, fue la conformación de pequeños grupos activistas como el Movimiento de Liberación de la Mujer (MLM) organizándose en círculos de mujeres que se reunían periódicamente para compartir sus experiencias de marginación. Tomaron como lema “Lo personal es político”, ya que al haberse organizado de esta forma, sus vidas privadas de veían expuestas en contextos públicos.
Otra cualidad del movimiento en esta época, es que se encontraba marcado por fuertes tintes izquierdistas, pero nos parece que más que comulgar con ideales socialistas o comunistas, la izquierda política ha sido por tradición un lugar para el refugió de los excluidos, siendo que hasta estos momentos las mujeres se encontraban en esta situación.
Durante la segunda etapa que se desarrolló en la década de los 80, el movimiento se caracterizó por una gran actividad y presencia en foros académicos y sociales a nivel nacional e internacional. Se establecieron encuentros sectoriales entre obreras, maestras, personal de servicio y campesinas, logrando a partir de esto una importante re-elaboración del discurso feminista, que permitió que el movimiento cobrara fuerza y relevancia política y social. A partir de lo anterior, surgieron diversas organizaciones feministas que tuvieron la capacidad de recaudar y concentrar importantes cantidades de recursos económicos que les permitieron brindar ayuda asistencial a las mujeres de sectores más marginados y a sus hijos.
La organización lograda en esta etapa, les permitió presentar un frente de negociación político y social, por lo que fueron logrando la apertura de espacios tanto en los partidos políticos como en puestos de representación popular e instituciones estatales; es decir la mujer comenzaba a figurar en el contexto social.
Como ya mencionamos, durante los 90 se presenta la tercera etapa de la clasificación de Lau-Jaiven (Idem.), que se caracteriza fundamentalmente por la incorporación de las mujeres por la democratización del país, institucionalizándose su participación de manera importante, al grado de haber logrado presencia en todas las esferas de la vida pública y social, prescindiendo de los canales y estructuras establecidas por la organización patriarcal, ya que crearon las propias, que han resultado altamente efectivas por su alta flexibilidad y capacidad de adaptación.
Es a partir de estos movimientos de liberación femenina en contra de la opresión masculina que se pone sobre la mesa el derecho de otras minorías oprimidas así como la posibilidad de formas de identidades y sexualidad que hasta la fecha estaban excluidas de los discursos y estructuras patriarcales.
Esta inercia revolucionaria abre el espacio para la lucha de la comunidad LGTB. Menciona Castells (2001) que estos movimientos no solo son una forma de expresión de la libertad de amar y cómo hacerlo, constituyen más bien movimientos de liberación sexual, de ahí que durante su lucha cuestionan y ponen a prueba importantes postulados y estructuras del patriarcado, especialmente el de la represión sexual y la heterosexualidad obligatoria; como condiciones sine qua non para el mantenimiento del poder.
Una de las luchas principales del movimiento en todo el mundo y que ha cristalizado en la Ciudad de México en el año 2010 es el que se refiere al derecho del matrimonio y paternidad por parejas del mismo sexo; mientras que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el 2012 abrió la puerta a los matrimonios Homosexuales, al declarar la inconstitucionalidad de un artículo del Código Civil del Estado de Oaxaca y validar varios amparos que se habían otorgado. Lo anterior introduce un importante cuestionamiento al orden sociocultural como lo hemos conocido, ya que desarticula al poder de la familia, el amor, la sexualidad y el género. De ahí que ahora sea necesaria la de-construcción y reconstrucción de la sexualidad, la familia y la personalidad, situación que impacta de lleno en el orden patriarcal y apuntala la tesis de Bauman (2002) sobre lo líquido de los esquemas de referencia y la necesidad de conformar nuevos a partir de la móvil y cambiante realidad actual.
Los puntos antes mencionados han demostrado que la familia se conformó como grupo social extenso, que fue organizándose con base en una estructura patriarcal fundamentalmente por motivos económicos y de poder; organización que duró por lo menos 5 mil años de historia, pugnando cada vez más por la individualización y separación de los nuevos matrimonios de sus grupos familiares de origen, situación, que tuvo cierto éxito hasta mediados del siglo XX, cuando distintos movimientos sociales y culturales comenzaron a cuestionar el sistema patriarcal fundamentado en el control y la opresión.
En México, la familia no siguió una organización distinta, aunque a diferencia de otras tendencias, observamos que hasta la fecha se ha mantenido una lógica de relaciones comunitarias y de grupo familiar extensa a pesar de los intentos gubernamentales del siglo XX por nuclearizar a las familias.
Hemos visto que en concordancia con los movimientos culturales globales, durante el siglo pasado y la primera década del presente, la lógica organizativa patriarcal en la familia mexicana se ha visto cuestionada; lo que abre la puerta para nuevas organizaciones familiares y el establecimiento de patrones de relación distintos.
Esta situación hace necesaria la re-elaboración del concepto de familia, así como el desarrollo de nuevas formas para mirar y acercarse a las formas en que las personas deciden reunirse para compartir la vida y criar a sus hijos.
1 Para la realización de dicha tarea, me fundamentaré en textos antropológicos y de demografía histórica, especialmente el de Rosario Esteinou (2008) La familia nuclear en México: lecturas de su modernidad siglos XVI al XX.


2 Más adelante revisaremos estos datos.

3 En el 2008 entro en vigor en el Distrito Federal la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia; en 2007 y por decreto presidencial de promulgo la Ley de General Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para México siendo reformada en 2009.

4 Fuente: Procuraduría General de Justicia del D.F. Agencias Especializadas, Informe estadístico 1995.

5 Fuente: Idem.

6 Me refiero específicamente a la repetición de estructuras de poder, donde en lugar de prevalecer una perspectiva de cooperación, se presenta la de sometimiento a la ley y autoridad.

7 Tomaremos las estadísticas oficiales en el entendido de que son las que tienen una mayor validez externa y tienen alcances nacionales y nos permitirán visualizar con mayor certeza las tendencias.

8 FUENTE: Para 1976: SPP-IISUNAM. Encuesta Mexicana de Fecundidad, 1976. México, D.F., 1979

9 FUENTE: Para 1976: SPP-IISUNAM. Encuesta Mexicana de Fecundidad, 1976. México, D.F., 1979.
Para 2010: CONAPO. Indicadores demográficos básicos 1990-2030. www.conapo.gob.mx (11 de enero de 2010).

10 FUENTE: INEGI. XII Censo General de Población y Vivienda 2000
INEGI. II Conteo de Población y Vivienda 2005.





11 ANUIES. Anuarios Estadísticos 2004-2007. www.anuies.mx (18 de noviembre de 2008)